Quien sabe reír y llorar ante el milagro de la vida.
Quien puede adentrarse en la intimidad del alma humana, sabe hacer poesía.
Asunta Limpias de Parada, es una poetisa, porque además de recibir “La sutil cadencia de un rayo de luz”  o? “El mecerse de las ramas de una palmera”, su verso es comunicación personal, dedicada a amigos entrañables y es nostalgia de recuerdos. Su inspiración, constante compartir de emociones. Es permanente inquietud de vivir en si la gran aventura de la existencia profunda de todos y de todo cuanto la rodea.
Es así que en la poesía de Asunta de Parada, encontramos infinita ternura cuando al atardecer nos habla de “un niño feliz que descubre hilitos de plata cuando ve llover”  o  la vemos desprenderse dolorosamente de sus vivencias deslizando al oído  “Que triste quedarías madre, si volvieras a buscar lo que no esta” o cuando expresa “Quisiera correr bajo la lluvia envolviendo recuerdos con el agua”.
Practica ella una poesía de secretos para comunicase no solamente con la palabra, sino también con la música, inspirada en el sentimiento limpio y fresco como el multifacético verde del Beni.
Conoce el susurro del río, como el canto de las hojas  que parecen rimar con la algazara de los pájaros que rivalizan en armonía de color y gorjeo.
Asunta Limpias de Parada es la voz simple y sentimental que habla a través del paisaje de ese inmensurable Beni  exótico, enigmático y veraz, como la naturaleza misma.
La poesía de Asunta Limpias es alegre como el amanecer siempre fresco por la brisa del río. Triste y cálido como el atardecer de ausencias, saturado de melodías desesperanzadas del bosque en esfomino, pleno de vida y pleno de muerte. Es una “melodía contada a pedacitos” que nos habla de pasado sentimentales que no volverán. Sol y sombra del recuerdo que quiere asir y se escapa de las manos como una mariposa vaporosa y lánguida, como los sueños no vividos, como las ansias no cumplidas. Como los besos que se pierden en el recodo del camino que se va sin retorno. 
En cada uno de sus versos hay una melancolía. Es la pena hecha poesía y el sentido expresado en canto. Es nostalgia de todo cuanto se pudo ser  y no fue. Y sin embargo es búsqueda permanente “para este eterno caminar  sin rumbo” y es también permanente espera de “la  palabra justa que calme esta ansiedad ” y es finalmente expresión de tierra vocación de patria, una, integrada y generosa cuando sueña: “Mezcla de un puñadito de esta tierra  de sauces y eucaliptos ”, de amancayas, Kantutas y azucenas  con aquellas de palmas y damielas, de arrocillo, de agua y taropales, para ver florecer con savia nueva, a cada paso un corazón hermano, refulgente, inmaculado, boliviano”.
Esto es vivencia y algo mas, el testimonio de una mujer excepcional que en la plenitud de su sensibilidad, canta a la vida por cuanto esta significa expresión de belleza sentimiento.
 
Bertha Alexander de Alvéstegui