Se trata de la falsificación del español Francisco Gómez de la Rocha, un conocido mercader de plata.
La relación, es interesante e intrincada.
Corría el año de 1648 - un poco más de setenta años del funcionamiento de la Casa de Moneda - y la Audiencia de Charcas tomo conocimiento de falsificación en la Villa Imperial, la misma que había contado con la autorización del Alcalde provincial Gómez de la Rocha interviniendo funcionarios del recinto de acuñación.
Desde los Reyes Católicos de España hasta el fin de la Colonia para acabar con la anarquía monetaria se introdujeron una serie de reformas acertadas para la acuñación de buena moneda como los escudos de oro, los reales de plata y los vellones de cobre.
La Corona rechazaba la moneda antigua y la adulterada fijando la ley y el peso adecuados. Posteriormente, se suprimieron las Casas particulares de amonestación con penas severas en el intento de que la moneda española sea mejor que las moneda extranjeras. Pese a ello, ante los apuros económicos se altero a menudo el valor de la moneda y se inundo el Reino con la de vellón, que hizo ir a las hechas con metales preciosos provocando el contrabando y la falsificación en gran escala.
Creadas las diferentes cecas en la Indias se acuñaron monedas
que se trabajaban con metales preciosos, oro y plata de gran pureza, las
mismas que se extendieron en España y otros países europeos,
lo que equivalía en aquellos tiempos, a una exportación monetaria.
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