Las falsificaciones en diversas épocas eran castigadas severamente hasta con la pena máxima de muerte pero esta inclinación humana ha seguido y seguirá persistiendo, pese al perfeccionamiento del orden legal.
De otro lado, conviene señalar que las penas aplicadas quedaron impunes por las influencias de las propias autoridades encargadas de condenar la inalterabilidad de las monedas.
Los Virreinatos en las Indias, igualmente actuaban con serenidad y durante el Reinado de Felipe V se dispuso la penalidad de muerte en la hoguera, ya sea para los que introdujesen en el reino moneda falsa, inclusive ayudaran a importar, la tentativa de introducción era castigada con la pena máxima o en las galeras de los barcos.
Carlos II, del mismo modo dicto leyes recordando, que aquellos que fabricasen moneda falsa extranjera estaban sujetos a las máximas sanciones. Otros monar-cas reglamentaron los procedimientos para la imposición de las penas y ordenaron el cumplimiento de las leyes respectivas.
La adulteración de la moneda hispanoamericana, se debió a diversas causas y. Se debe sobre todo a la mala fabricación de la moneda como las primeras que eran hechas a martillo, teóricamente circulares, lisas y sin cordoncillo.
La falta de tradición monetaria en América, dio lugar a un espantoso costo de la moneda circulante y en general deficiente. E1 arriendo de equipos a particulares para la fabricación, tuvo los mismos resultados, añadiéndose a ello la carencia de funcionarios técnicamente capacitados para la acuñación son otras causas que tuvieron consecuencias negativas.
A raíz de esos hechos las Cecas se convirtieron en un negocio, malo insuficientemente fiscalizado por las instancias oficiales, dándose el cave de minimizar las inversiones y maximizar los beneficios inmediatos perpetuando la mala calidad de las acuñaciones.
Falsificación de Francisco de la Rocha
Era entonces Ensayador oficial de la ceca don Antonio de Ovando que ejercía este cargo desde 1642, quien trabajaba en concomitancia con el propio Francisco de la Rocha. En la fundición se cambiaba la liga de la plata por otra.
La falsificación se conoció en España, llegando la noticia hasta el Rey Felipe IV, aunque no se le dio el nombre de moneda falsa atribuyendo solamente al descuido e ignorancia del Ensayador. Entonces se dirigieron a sus Oficiales Reales y al Tesorero de la Casa de Moneda llamándoles la atención por este descuido.
La fabricación adulterada no se detuvo y el Ensayador Ovando ante los corillos callejeros y como buen caballero y leal criollo hizo dejación de su oficio expresando que el solo no podía remediarlo.
Luego de la dejación de sus funciones Ovando, fue reemplazado por el Ensayador Ergueta, quien acrecentó el cobre en la liga y continuo por un año obteniendo beneficios ilícitos, lo que le llevo a huir a Quito, en el norte del Perú.
En 1647 asumió este oficio el Ensayador don Felipe Ramírez que era amigo de Rocha, dando mayor confianza a los falsificadores, incrustados aumentando la desvergüenza ya que más de la mitad de la moneda era de cobre.
Las noticias llegaban a la península con caracteres de escándalo.
Se consulto a un respetable personaje de la Corona Don Diego Arze Reinoso, quien propuso una solución rápida en sentido de que ya no se fabricara mala moneda en la Villa y que se envíe una persona de entera confianza de Su Majestad con bastante experiencia en la materia y con facultades amplias.
La persona enviada fue don Francisco Nestares Marin teniendo el apoyo real para obrar con severidad dando castigo a los que fabricaban la mala moneda que circulaba en las colonias de América.
E1 enviado de la Corona, apenas llego a la sierra de Charcas fue homenajeado como Visitador del Rey por el Presidente de la Audiencia, por la Casa de Moneda y las Cajas Reales.
El delito de la moneda adulterada fue rápidamente investigado por don Francisco Nestares Marín, decidiendo además tomar por su cuenta la justicia para hacer prevalecer lo mandado por el Rey Felipe IV.
Desde el principio se noto la gravedad del caso, pues el delito se cometió en la misma Casa de Moneda y por Ensayadores que allí trabajaban. Se verifico el fraude que llegaba a varios millones de pesos y se instauro un proceso abierto al mercader de plata Francisco Gómez de la Rocha, a los Ensayadores Felipe Ramírez de Arrellano, a Juan de Figueroa y a cuarenta personas mas involucradas en tan grande asunto.
Varios Ministros y Ofíciales de la Casa, tuvieron extremas sanciones. Rocha y Arellano fueron condenados a muerte perdiendo edemas sus bienes y cuanta fortuna lograron acumular a costa de la falsificación.
Las monedas falsas, que se acuñaron contenían mas del 50% de cobre en su liga. El peso era en menor al establecido, creando un malestar enorme.
Por Cédula del 1° de octubre de 1650, se mando recoger toda la moneda macuquina labrada con antigüedad a esa fecha y la fabricada después se la reemplazo posteriormente con diferente impronta (Real Cédula del 17 de febrero de 1651). Esta moneda ostentaba en una de sus caras las columnas de Hércules con la divisa del "PLUS ULTRA".
Las ordenes determinaban expresamente, que el año de acuñación, el signo de la casa y la inicial del Ensayador debían ponerse con gran distinción y claridad. Además se instruyo que los reales de a 8 acuñados con anterioridad al año de 1644, se les fije un valor de 6, a los de 4 de 3, debiendo los reales de a 2 y los sencillos que corrieran con los valores marcados.
Aplicando esas previsiones se logro que aquellas falsas monedas perdieran el valor con la que circulaban en forma similar a las corrientes, procediéndose edemas a la fabricación de nuevas monedas con diferente impronta cambiando incluso el signo de la ceca potosina y la inicial del Ensayador.
La falsificación causo el descrédito de la moneda de Potosí. Para lograr que nuevamente alcanzara la fama que tenia llevó mucho tiempo, aunque se decía que "el mismo tiempo borra todo mal causado y son solo los recuerdos que quedan generación tras generación".
Volviendo al proceso de los implicados y especialmente al mercader Francisco Gómez de la Rocha, su crónica es extensa.
De la Rocha fue ajusticiado, pero previamente fue condenado a purgar su delito con varios años de prisión y se le impuso una multa millonaria de pesos que debería pagar al Presidente Francisco Nestares Marin, enérgico emisario de Su Majestad.
Se cuenta en las crónicas que "Francisco de la Rocha, después que pago la multa dio por purgado su delito, del cual saco buen provecho, pues se aseguraba que había ocultado muchos millones en convenio con sus cómplices, los falsos monederos".
Al Presidente Nestares Marin la afrenta no tenía disculpas ni perdones.
De la Rocha, humillado por el despojo de sus títulos y honores, se las arreglaba para enfrentar a sus enemigos intentando inclusive envenenar al representante real en 1651.
Al contrario, Nestares Marin aumento el odio hacia Rocha, quien fue apresado, ofreciendo luego por su libertad cuatrocientos mil pesos de plata, pero de nada le sirvió.
Francisco Gómez de la Rocha fue sometido a la pena de garrote, pese a que varias colectividades acudían ante la autoridad para que perdonara la vida a tan llamativo personaje colonial.
La suerte del cerebro de la falsificación estaba echada.
Un día, después de ratificada la condena fue conducido por un grupo de guardias, sacerdotes y verdugos para su ejecución. En una plaza sufrió el garrote y perdió la vida, quedando como un misterio el escondite de su gran fortuna que obtuvo por la falsificación de monedas en el opulento Potosí.
Sin embargo, la muerte no acabo con la fama de Gómez de la Rocha y sus monedas falsas el vulgo las bautizo como "rochunas".
Por mucho tiempo se seguía hablando del más grande falsificador en las codiciadas sierras de la engreída Villa Imperial.
Hasta un poeta anónimo, le dedico estos versos:
Quien dijera de mi suerte
A ser infeliz llegara Y la plata me quitara Y padeciera por ella! Mas fortune que atropella Puestos mas altos de honrar Hizo que un visitador Declarase mis delitos. Pues todos están escritos Y los pago con rigor. |
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