Costosos fueron los tramites hasta que por Real Orden de 16 de febrero 1751 el Marques de la Ensenada influyente colaborador de su Majestad, haga conocer al Presidente de la Casa de Contratación a Indias, Don Francisco de Baras y Valdez, los nombramientos, los sueldos por año y el viaje que iban a realizar con destino a Potosí los técnicos, y las siguientes asignaciones:
José del Rivero (ler Director), sueldo 2.800 pesos.
Tomas Camberos (2do Director), sueldo 1.800 pesos.
José Fernández de Córdoba (Tallador), sueldo 1.600 pesos.
José Ma. Caballero (Ensayador), sueldo 1.900 pesos.
José Antonio Garrón (Fiel), sueldo 1.000 pesos.
Los cinco técnicos con sus familias y sirvientes tuvieron que viajar vía Buenos Aires, gastando en conjunto 14.000 pesos.
Por orden del Rey la mitad se canceló de su real Hacienda
y la otra mitad correría a cargo de ellos.
La travesia comienza en la ciudad portuaria de Cádiz rumbo
a la capital porteña de Buenos Aires, a principios de junio de 1752
en el navío El Vigilan-te, cuyo Maestre era don Roque de San Martín.
En Buenos Aires, se les provee de 12 carretas a 200 pesos cada una
y 87 mulas a 10 pesos por unidad. En la Provincia Chichas, ya en el Alto
Perú se les dote de 70 mulas al mismo precio. E1 agotador viaje
culmina en la Villa Imperial en los primeros días de agosto de 1753.
La relación del envío de las tres maquinas laminadoras de madera y modelos para los instrumentos de acuñación fueron certificados por el Secretario de Despacho del Rey, cuyo original se encuentra en el Museo de la Casa de Moneda en la Sección Máquinas Laminadoras e indica: “ Relación de los instrumentos que se remiten de estos reinos a la América, para el nuevo establecimiento que se debe hacer de la Nueva Casa de Moneda de la Villa Impe-rial de Potosí en cumplimiento de lo que ha resuelto el Rey, cayos instrumentos van en los tercios, y cajones que expre-san los números del margen". Este do-cumento esta firmado por el Marques de la Ensenada en Buen Retiro el 3 de octubre de 1750. De otro lado se reco-mendaba que una vez llegado todo el equipo a Potosí se coloque en lugar seguro donde no se maltraten ni extravíen hasta que se puedan fabricar los instrumentos correspondientes a los modelos que se remiten. Para la fabricación de los instrumentos se hacia constar el envío de 330 quintales de fierro, 15 de acero y 15 de plomo.
Las maquinas laminadoras en sus ejes y engranajes son de madera de enci-na y funcionaban como un ingenioso sistema de relojería, accionado por el movimiento de rotación que realizaban cuatro mulas en la planta baja; este movimiento hacia girar una columna vertical (4,65 m. de altura) atravesada por dos palos flotantes. La columna era el eje de la rueda principal en la planta alta que se encuentra en posición hori-zontal (3,47 m. de diámetro), la cual transmite su energía a otras cuatro ruedas verticales que derivan la energía a ruedas paralelas más pequeñas (1,62 m. de diámetro.). Cada una de estas cuatro ruedas se engranan a un par de ruedas dentadas (8 en total), que giran en sentido contrario, transmitiendo la rotación a dos rodillos metálicos que cons-tituyen el asiento laminador o compactador en donde se concentra toda la fuerza.
Los lingotes de 25 cm. de largo, un ancho de 2 a 5 cm. y un espesor aproxi-mado de 5 mm., se introducían varias veces en cada asiento. En total, los lingotes debian pasar por los doce asien-tos para ir compactando el material y lograr, de esa manera, el espesor correspondiente al corte de moneda a fabricarse. Pasaban luego a la sala de hileras para su cortado en circulos denominados cospeles.
Este sistema fue utilizado mas o menos de 1.773 a 1.869, año
en el que se comienza a trabajar con nuevas ma-quinas de acuñar.
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